Una semilla ya lleva en sí todo el potencial de lo que está destinada a ser, sin embargo, no siempre encontrará las condiciones apropiadas para crecer. Quizás le toque abrirse paso en medio de un ambiente hostil o poco propicio; muchas veces, además de no tener el lugar abonado y rico en nutrientes, tampoco tendrá suficiente agua o fertilizantes, pero a pesar de todas las dificultades germinará y un día será la flor o el árbol que lleva dentro porque en el potencial también está la fuerza para lograrlo.
Los seres humanos, al igual que la semilla, venimos con una esencia interna, destinados a florecer en nuestras capacidades, aptos para dar los mejores frutos o las mejores flores, pero, a diferencia de la semilla, creemos que son las condiciones externas las que nos hacen crecer, las que motivan, propician o entorpecen el desarrollo. Entonces, cuando las condiciones no son las propicias, nos estancamos en la queja, en el soñar con otro terreno, imaginando que si nos hubiese tocado otro escenario, con más luz, con más agua, con el suficiente espacio, seríamos aquello que ansiamos.
Entonces nos quejamos de nuestros padres, que son la base primera donde la
semilla se asienta, reclamamos todo lo que no nos dieron, nos quejamos de nuestra suerte. "Quizás si hubiese tenido otros padres seríamos distintos". "Si hubiese ido a otro colegio…", o "si me hubiese casado con otra pareja", o "si no hubiese tenido esos hijos", o "si los hubiese tenido cuando decidí no hacerlo"; "si hubiese nacido en otro país", o "si hubiese nacido hombre y no mujer", o "más alta" o "más baja"… "entonces sería lo que creo que podría ser".
Perdidos en esa queja, muchos seres humanos buscamos ansiosamente en otros los nutrientes, entonces nos volvemos dependientes de aquéllos que creemos nos dan lo que necesitamos, y buscamos la fuerza, el calor, el alimento en los otros. Esto, por supuesto, es frustante y la base del sufrimiento y el estancamiento, porque en cuanto el otro no me da lo que necesito me frustro, me siento débil y de poco valor.
Pero la vida no se cansa de darnos oportunidades y muestras para hacernos comprender que la luz, la potencialidad y la fuerza la llevamos dentro. A veces toda nuestra estructura externa se cae, nuestros amigos se van, mueren personas importantes, nuestra familia se rompe, nuestra salud se aleja y no sabemos dónde buscar o a quién culpar por lo que nos pasa. Quizás en esos momentos miramos arriba buscando respuestas, o nuevamente nos quejamos diciendo: "¿Por qué a mí?". Nos negamos a percibir que todo es un plan perfecto, urdido para recordarnos quiénes somos, que si bien las condiciones propicias nos ayudan a crecer y sí hay personas y relaciones nutricias, son en realidad las dificultades las que forjarán el carácter, la voluntad, la consciencia de Ser. Son las resistencias de aquéllos que no nos amaron cuando necesitábamos que lo hicieran, son las negativas de aquéllos que no respondieron a nuestros deseos, son los planes que no se cumplieron, los que nos vuelven al camino personal, a la búsqueda interna.
Si aquél del que demandaba amor y atención, me ama y me atiende, mi crecimiento se vería retrasado, porque el alimento y la fuerza vendría de él; si todas las condiciones se dieran, yo sería quizás como esos bellos claveles de vivero, hermosos pero sin fragancia; porque la dulzura, la compasión, el sentido de sí y los otros, solamente los obtengo de condolerme, de toparme con la soledad, con el sufrimiento humano.
Sin crisis no hay crecimiento, sin dolor no hay compasión, sin compasión no hay sentid
o de conexión. También en las dificultades los otros están a mi servicio, son quienes más nos ayudan a ser y crecer.
Cuando podamos agradecer no solamente lo que tenemos, sino justamente aquello que nos falta y a aquellas personas que creemos nos dificultan el crecimiento; cuando podamos mirar atrás sin amargura, sino pensando para qué sirvió el escollo; cuando reconozcamos la fuerza que sacamos para llegar donde estamos; cuando dejemos la queja y la autocompasión, entonces nos habremos apropiado de esa fuerza y alcanzaremos la estatura que estamos destinados a tener.