¿Qué te motivó a acercarte a las tesis de Hellinger? ¿Cuáles fueron tus primeros contactos? ¿Cómo te formaste en el mundo de las constelaciones?Mi acercamiento fue la primera gran coincidencia hecha consciencia a partir de las constelaciones. No busqué ni sabía de la existencia de esta terapia; las constelaciones "me tomaron". Era firme militante del psicoanálisis, muy analista y racional; había ido a Córdoba a comprar libros de psicoanálisis pues estaba preparando una charla sobre la sexualidad femenina y conocí a alguien que me habló fascinada de esta nueva técnica, nombrada en aquel momento como una rama más de la Terapia Familiar.
A partir de ahí, todo se fue dando como una danza acompasada, me aceptaron en la formación que ya había comenzado en el Centro "Tendiendo Puentes" de Córdoba, donde me encontré con Tiiu Bolzman, del Centro Hellinger de Argentina, que era nuestra docente.
Al inicio me costó muchísimo, primero comprender los conceptos, luego aceptarlos y más tarde "entregarme". Ha sido un largo proceso, de crítica teórica, de miedo, de crisis existencial profunda, de "confiar y entregarme", renunciando al "saber", a la autoimportancia de la que somos presos algunos analistas. Fue un camino largo, difícil pero de mucho crecimiento personal.
¿Qué impresión personal tienes de Hellinger?
Hellinger es un ser especial, casi un iluminado diría yo. Ha tenido, tiene, comprensiones impresionantes. Algunos llamarán revelaciones a estas comprensiones. Creo que su aporte a la humanidad es maravilloso. Lo que él nos trae no sólo es una nueva técnica terapeútica, es una filosofía, una nueva propuesta para Ser, para transformar al ser humano, a la sociedad.
Leer a Hellinger es escuchar lo más profundo de nuestro ser, nos contacta con algo íntimo, conocido pero que en lo cotidiano, no podemos explicarlo ni hacer conciente.
Verlo es contradictorio, puede mostrarse muy duro, muy frío y aunque entiendo teóricamente sus intervenciones, pues siempre hay detrás de la torpeza una enseñanza o un "marcar" algo al otro, a mí me choca, no sé si como latina o como persona hipersensible que soy, pues estamos acostumbrados a un trato más afectivo.
También me ha costado en este año aceptar sus nuevas políticas respecto a este gran movimiento mundial que ha generado. En algún punto me parece contradictorio con su teoría; sin embargo, puedo comprender una vez más que somos profunda y deliciosamente humanos y que él no se escapa a esta humanidad, lo que lo hace más cercano, real y querible.
¿Qué otro personaje destacado conociste en tu formación?Me encanta el trabajo que hace Stephan Hausner, su puntualidad para trabajar, su intuición y dulzura. Él es un homeópata alemán que trabaja constelando enfermedades; es un ser sereno y sabio que transmite muchísima confianza en el paciente.
Rosalie Kholer-Hagg también es una homeópata alemana que constela órganos.
Su trabajo me parece un aporte muy interesante pues utiliza el método de las constelaciones pero va más allá, incursionando en otros ámbitos, como el cuerpo con su sabiduría, los órganos guardianes de secretos familiares, de tramas heredadas. Con ella hice una amistad especial pues, como a mí, le interesa especialmente la mujer, su lugar en la sociedad, sus formas de expresión, sus dolores y enfermedades.
Y Tiiu Bolzman, que en poco tiempo no sólo ha hecho conocer la terapia en el Continente sudamericano, sino que ha hecho crecer la Escuela con un trabajo realmente admirable.
¿Pudiste formular algunas dudas? ¿Cómo las venciste?Muchas dudas… Tuve que renunciar a casi toda mi formación, a las tesis aprendidas, al lugar desde donde explicaba el mundo. Me revolucionó entera… desde cuestionarme qué es la psicología, qué un terapeuta, cuándo creo que ayudo, ¿lo hago?, ¿que es ayudar?… hasta dudas filosóficas, religiosas, existenciales, como: ¿hay algo más allá que sabe de todos, que nos toma, nos mueve, nos cambia?, ¿está fuera de nosotros?, ¿somos parte de ese algo?
Las vencí temblando, renunciando al control, a la seguridad que te da el saber o creer saber el siguiente paso; aceptando que hay un misterio al cual no accedo, al cual me entrego, me acoge y me muestra el camino.
Las constelaciones ¿son una terapia científica, racional, o tienen algún otro contenido no racional, intuitivo, místico o de cualquier otra naturaleza?Primero, que no es una terapia en el sentido tradicional, no hay diván, no hay palabra, no hay una próxima cita, no hay recomendaciones ni seguimiento. Es más bien algo intuitivo, místico también porque nos contacta con una energía amorosa, reconciliadora, que busca siempre incluir lo excluido.
No es racional, ni mensurable en el sentido científico. Nunca una constelación será igual a otra, ni siquiera realizada inmediatamente. Es un campo vivo donde todo se mueve, todo cambia permanentemente. No es asible y está más allá del control del terapeuta, del paciente o de los representantes, porque todos somos tomados por una fuerza que nos arrastra, nos guía o nos detiene.
Uno piensa a veces que el ejercicio de esta terapia está muy próximo a la impostura, es decir, que así como hay profesionales que manejan responsablemente las constelaciones hay también impostores. ¿Con qué criterios puedes hacer esta distinción?Esto es un poco difícil de responder, pues no sé qué sería un impostor. Con las constelaciones aprendes que todos, cada uno de nosotros, tiene un lugar, un hacer que da sentido, una interrelación con el otro, con el Todo. Todos somos parte importante de una gran sinfónica, también si actuamos errados –en el sentido convencional de lo bueno y lo malo. Si pensamos que estamos incluidos en una Gran Alma que tiene propios fines y propósitos, entonces también aquel llamado impostor está ahí para algo, por algo, para alguien. Entonces, alguien que sería un impostor porque hace el trabajo “mal” digamos o sin formación previa, llega a gente que “necesitaba” ser tratada así, o ver sólo lo que el impostor le puede mostrar. Se que es difícil de comprender eso, pero todos estamos al servicio de los otros con los que nos encontramos, también en lo “malo”.
Esto nos lleva a pensar también –cosa que cuesta muchísimo y ha sido parte de mis cuestionamientos– que el "mal", las "guerras", la "violencia", todo está ahí porque hay algo que lo crea, como todo lo que llamamos "bueno", la vida, lo maravilloso. Todo es parte, las luces y las sombras, no puede haber lo uno sin lo otro.
A Hellinger se le hace un reproche político, tanto de las víctimas del nazismo como de las víctimas del terrorismo de Estado en la Argentina en tiempo de la dictadura. Hay gente que no puede perdonar a sus verdugos o a los responsables de la desaparición de sus hijos y familiares. ¿Qué opinión tienes sobre estas observaciones?Cuando estás familiarizado con las Constelaciones, te das cuenta que los representantes son tomados por un movimiento que Hellinger denomina los Movimientos del Espíritu, y este movimiento, si se lo deja actuar, siempre es reconciliador y amoroso. En este espacio, víctimas y perpetradores están unidos por un destino común, no existen el uno sin el otro; y si dejamos de mirar el hecho de manera individual y más bien ampliamos la mirada a un contexto macro, donde todos estamos entrelazados, entre ellos no hay reproches, no hay enojos, porque en la muerte y ante su misterio todos somos iguales y estamos al servicio de una fuerza mayor.
Se ve también que quienes ocasionan las guerras, los conflictos, son aquellos que desconociendo esta realidad del alma buscan venganza, se enojan por los muertos, buscan culpables y mantienen vivo el conflicto que en realidad termina con la muerte, con que ambos, víctimas y perpetradores regresan a aquel lugar misterioso de donde venimos. Y ahí no hay reproches, ni culpables; todos somos parte.
Entiendo el enojo y la crítica, en general nos movemos en el nivel de la personalidad, del ego, del dolor, de la separación, de la necesidad de ser a partir de la negación del otro, de la disminución del otro; esto nos trae conflicto y es la base de todas las guerras. Cuando vivencias esta unicidad con el todo, el ego con todas sus manifestaciones desaparece para dar lugar al ser.
Sin embargo, comprender esto no le quita responsabilidad a nadie, más bien el intentar escapar de la responsabilidad trae más conflicto, más implicancias, más venganza y/o actos repetitivos.
Intentar culpar a Hellinger de esta postura nos muestra parte del conflicto, el ser humano siempre busca responsables fuera, le cuesta muchísimo mirarse, asumir su parte. Hellinger solamente lo muestra, así se da, al margen de nuestros deseos, de nuestra capacidad de comprender.
¿Cuánto de efectividad tiene la terapia de las constelaciones? ¿Cuáles son sus límites?Es difícil medir la efectividad en el sentido de que no es una terapia tradicional. Incluso en el psicoanálisis aún se discute si el análisis es terminable o interminable, porque los seres humanos somos complejos.
Lo que veo con las constelaciones es que alivia, reconcilia, nos contacta con el ser, con el amor; nos enseña una forma de comunicación que, a partir de la racionalidad, estábamos perdiendo. Nos hace humildes, conscientes de lo entrelazados que estamos; nos hace vivenciar esta unión con los otros, con nuestros antepasados; nos hace parte de un todo; nos da una raíz y esto nos da fuerza, nos coloca en nuestro lugar en el mundo, pues muchas veces estamos viviendo los sentimientos de otros, el rol de otros.
En general vivimos dormidos, en el maya de la ilusión según los budistas. Las constelaciones nos despiertan, nos hace humildes, conscientes, nos paran en el aquí y ahora.
Y es efectiva en el sentido que te amplía y te conecta a un nivel profundo, te hace recuperar lazos perdidos, por muerte, por enojo, por desconocimiento. Nos confronta con la muerte tan difícil de mirar, nos hace saber nuestros límites ante algo mayor, y tiene un efecto más allá de nuestra voluntad. El efecto se ve en nuestros familiares, en nuestra vida cotidiana.
Los limites: mirando desde la mirada tradicional es una postura contemplativa en el sentido que el terapeuta no hará nada para "ayudar" o cambiar al otro o su destino. El terapeuta solamente "muestra" algo, descorre un velo y te mira de igual a igual, sabiéndote de la misma estatura, guiado también por algo mayor que sabe que es lo mejor para ambos. Esta postura puede enojar o alejar a la gente, que, en general, busca desesperadamente que otro le solucione los problemas o que le digan qué hacer.
El tiempo de solución o comprensión puede ser mirado también como un límite, pues estamos acostumbrados a "resultados", a soluciones rápidas y limpias y esto te muestra otro tiempo, otros modos, te introduce en un lenguaje sin tiempo, sin propósito, en el cual la solución muchas veces no se acerca para nada a tu deseo o tu propósito.
¿Puedes señalar algunos casos en los cuales haya habido plena efectividad de las constelaciones?En general no se hacen seguimientos, pero en Bolivia, que es un país pequeño, he tenido la suerte de ver muchas veces familias enteras y he podido observar los efectos, cosa que por ahí no pasaría con una persona individual que quizás no vuelvo a ver más en una ciudad más grande o donde hay más consteladores.
Te cuento un caso: vienen al taller dos hermanas con la madre; constela la mayor la relación con los padres con los que tiene frecuentes reclamos y no entiende por qué si son buenos padres, ella no entiende el enojo y el reclamo permanente que tiene hacia ellos. La constelación muestra la muerte temprana de un hermano, lo que causa esta muerte en los padres: la madre no puede mirar ni aceptar la muerte, se aleja, se retrae; a partir de ahí no está más para los otros. El padre no sabe qué hacer, va hacia el muerto, busca a la mujer, va por momentos a la hija, no encuentra más un lugar. Ella comprende el reclamo, la atención que busca y le es suficiente esa comprensión.
Quien debe trabajar ahí es la madre que necesita hacer el duelo, aceptar la muerte, el dolor, y dejar partir al hijo, pero la madre no lo quiere hacer, y entonces suspendemos la constelación ante su negativa a mirar siquiera lo que le pasa en el alma con esta muerte.
La madre me busca para una consulta individual y ahí puede confesar su pena, su no aceptar la muerte. Han pasado 37 años y ella aún le festeja el cumpleaños al hijo, le habla, no lo deja ir. "Es mi compañero", dice. Después de tres sesiones individuales puede llorar, aceptar la muerte, hacer duelo.
El mes siguiente va la otra hija a una constelación y vuelve a aparecer como dinámica importante la muerte del hermano y el deseo de ella de morir para ser mirada como el muerto. En esta constelación, la representante de la madre ya se puede acercar, puede llorar y despedir al hijo.
El efecto no solamente se ve en la siguiente constelación sino que, en la realidad, en este mundo físico algo pasa. A los tres o cuatro meses, por alguna razón que escapa a la familia, deben trasladar el nicho del niño, y es el momento y la oportunidad para "enterrarlo de verdad". Recién después de 37 años se reúne la familia, todos reconocen y hablan de lo que antes no se podía hablar y pueden cerrar un ciclo.
Son misterios que las constelaciones nos muestran; lo que pasa allá en ese "campo energético" mueve algo en esta realidad; y a la inversa, también afectando a todos los miembros, a vivos y muertos, a presentes y ausentes.
¿Qué ventaja comparativa tiene respecto de la psicología clínica, el psicoanálisis o cualquier otra terapia?Varias, sin desmerecer las otras terapias. En la constelación buscas un representante para ti también y te miras actuar en medio de tu drama. Se terminan las palabras, las culpabilizaciones, las proyecciones. Estás ante ti mismo mirándote y sintiéndote tal como te sabes o te intuyes. Miras a los otros, cada uno con su implicancia, con su razón de ser. Ya no sólo ves qué pasa –la violencia, el incesto, la ausencia, el shock, la inexpresión de afecto, el asesinato, el suicidio, etc.– sino que "comprendes" a un profundo nivel qué ha llevado a eso, cómo cada cual es o hace lo que podía o tenía que hacer, que en su lugar habrías hecho lo mismo. Se acaban los juicios, los porqués; se reconoce el para qué. Todo esto en una sesión que puede durar entre media hora a dos.
Las constelaciones aportan algo que otras terapias no tienen y es la dimensión espiritual, el saberte parte de algo, de otros, de un todo. Te hace humilde ante el destino, ante lo que no se puede cambiar. Te conecta con el Ser, con los otros; te centra y te lleva a lo esencial, quitándote la bulla de la mente, las explicaciones, las voces.
Es una terapia que evita la denuncia, más bien reconcilia, integra con uno mismo, con los actos no mirados, con los sentimientos negados, con las personas no reconocidas.
¿Qué relación tiene con el funcionalismo o con alguna otra corriente de pensamiento y metodología?Está basada en la teoría de sistemas, pero el abordaje es fenomenológico.
¿Cuáles son, en resumen, las bases filosóficas y metodológicas de la terapia de las constelaciones?Hellinger le llama psicoterapia fenomenológica. En sus orígenes, el método fenomenológico es un método filosófico. Se trata de alguien que se expone a una cosa sin intención, sin temor, y que se olvida de todo lo que sabe sobre ese tema hasta ese momento. Se expone a un contexto oscuro y repentinamente comprende la esencia de un tema. No se basa en teoría alguna ni en la experiencia anterior, sino que trabaja solamente con el instante. Eso es muy difícil, requiere de un desprenderse continuo de ideas, de saberes; pide del terapeuta estar confiado sin saber el siguiente paso, sin intención, sin conocimientos, sin temor.
Hasta cierto punto, la psicoterapia fenomenológica está en oposición a la psicoterapia científica. No busca descubrir modelos, ni busca resultados. La psicoterapia científica es lineal, ahí actúa una determinada causa y se obtiene un determinado efecto.
Psicoterapia fenomenológica, en cambio, significa que, como terapeuta, uno se expone a un contexto mayor, sin intención y sin temor; y también, aunque suene contradictorio, sin la intención de sanar. Para eso, el terapeuta fenomenológico debe estar de acuerdo con el mundo tal como es, no quiere cambiar el mundo y eso requiere que se retire completamente. Está de acuerdo con la enfermedad de un cliente tal como es; no tiene necesidad de colocarse en medio.
Trabajando así, aquello que sale a la luz siempre es, al mismo tiempo, una instrucción para seguir actuando, una instrucción en la que hay que confiar aun sin comprenderla. Porque lo que realmente es y a dónde lleva, recién se ve al final, no al comienzo.
¿Qué le dirías a una persona escéptica para convencerla?Es parte del ejercicio de retirarse, de asentir al mundo como es. No intento convencer a nadie. Sé que cuando alguien es movido por algo, cuando está dispuesto a mirar, a aprender, cuando es su momento, va a encontrar lo que necesita.
También en este sentido el actuar es contemplativo, no hay marketing para convencer a nadie, no hay frustración si alguien no va, hay asentimiento y confianza en que cada uno tiene un tiempo, un lugar, un sentido.
Otra cosa que se aprende es que las palabras no bastan, es mejor actuar; entonces, si la persona es escéptica pero de todos modos va, sólo la expongo a la experiencia y la ayudo a contactarse con lo esencial. Lo que le provoque y cómo lo elabore es responsabilidad suya.
¿Cómo resumirías el espíritu de las Constelaciones?Las constelaciones son el inicio para abrirte a otro mundo, a otra dimensión. Las comprensiones se amplían, los encuentros con los otros son maravillosos. De pronto se abre todo un mundo de saber que antes estaba vedado y descubres que si quieres llegar al Everest no importa el lugar o el modo en que hagas el recorrido, lo ves y llegas, además, acompañado, porque hay muchos en el mismo camino. Así lo personal, lo cercano, los sentimientos, el cuerpo, las emociones pasan a segundo plano, porque te das cuenta que estás inserto en algo mayor y puedes percibir la esencia quitándole carga a lo cotidiano y cercano.